El Papa Francisco abrió este domingo las puertas del Vaticano a mil 500 pobres de Roma, Italia, y otros países europeos, con quienes compartió la mesa y un menú a base de ñoquis, albóndigas y polenta.
Tras celebrar la misa para cuatro mil personas en la Basílica de San Pedro y de bendecir a una multitud desde la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico, el pontífice se dirigió hasta el Aula Pablo VI, la más grande sala de conferencias de la Santa Sede.
DIOS BENDIGA LA COMIDA
Allí lo esperaban los necesitados, y un batallón de voluntarios. Distribuidos en decenas de mesas redondas, cual banquete nupcial. En medio, una gran mesa rectangular había sido destinada al Papa.
“Vamos a compartir el almuerzo deseándonos lo mejor los unos a los otros. Ahora vamos a rezar a Dios para que bendiga esta comida y aquellos que la han preparado, bendiga a todos nosotros, nuestros corazones, nuestras familias, nuestros deseos, nuestras vidas. Que nos de salud y fuerza. Amén”, dijo en italiano el pontífice, al tomar el micrófono.
Envió una bendición a todos los otros pobres que fueron recibidos, también este domingo, en comedores esparcidos por la capital italiana. “Roma está llena hoy. Un saludo especial y un aplauso a ellos”, pidió. Inmediatamente ocupó su lugar y comenzó a departir con quienes estaban a su lado.